Revisamos cómo funciona nuestro cuerpo tanto en estados sanos como enfermos, y analizamos qué favorece la salud y la recuperación rápida. Ofrecemos consejos prácticos para interpretar los síntomas y elegir el tratamiento.
mantener la salud
En este capítulo repasamos brevemente los procesos fisiológicos más importantes que participan en el mantenimiento de la salud y la protección de la integridad del cuerpo, y destacamos los factores que suelen estar detrás de los problemas de salud. Al comprender mejor cómo funciona nuestro cuerpo, tanto en la salud como en la enfermedad, es más probable que elijamos los tratamientos adecuados. También enumeramos las hierbas más importantes relevantes para cada ubicación, sobre las cuales puede leer más en el Capítulo 5 (“Perfiles de hierbas”).
Curación y reparación de tejidos.
El proceso de curación se puede dividir en cuatro etapas y la recuperación efectiva depende de la finalización de cada etapa. El orden es: contracción, inflamación, división y regeneración.
Constricción: los vasos sanguíneos se contraen para detener el sangrado, ayudar a que la sangre coagule y reducir la posibilidad de infección.
Inflamación: con calor, hinchazón y dolor, el área se llena de células inmunes, como los macrófagos, que trabajan para «deshacerse» de los desechos celulares y protegerse del riesgo de infección.
División celular: se desarrolla tejido de granulación con un buen suministro de sangre y comienza a formarse tejido cutáneo nuevo.
Regeneración: Se forma tejido cicatricial, consiguiendo poco a poco una elasticidad saludable de la piel así como una cicatrización eficaz.
En cada etapa del proceso de curación, una variedad de hierbas pueden ayudarnos a reducir la inflamación, evitar el riesgo de infección y promover una curación eficaz. Algunos también ayudan a reparar el tejido dañado. Si prestas atención a tu cuerpo y no lo expones a más riesgos, te recuperarás en menos tiempo.
Hierbas principales: aloe vera, árnica, caléndula, manzanilla, centella asiática (zancuda asiática), hamamelis, plátano y onagra negra.
Andrew Chevalier: Farmacia herbaria casera
encendido
La inflamación es una fuerte respuesta inmune a cualquier daño, toxina o infección que represente una amenaza para el cuerpo. La inflamación activa neutraliza el peligro, crea condiciones favorables para la formación de nuevos tejidos e inicia procesos que conducen a una recuperación completa. Desafortunadamente, la inflamación no siempre conduce a una curación exitosa. Si la infección o la sepsis no se trata eficazmente durante la fase inflamatoria aguda y continúa provocando una respuesta inmune, puede provocar una inflamación crónica. En esta afección, la actividad inmune descontrolada puede durar meses o años y causar un daño tisular significativo. La inflamación crónica es la causa fundamental de muchas enfermedades graves, como la artritis reumatoide, la fibromialgia, la psoriasis y algunos tipos de cáncer. También juega un papel importante en el envejecimiento.
Inflamación aguda
La inflamación aguda, como una herida menor, requiere un tratamiento a corto plazo:
+ Limpiar la zona afectada y prevenir infecciones. Promover y controlar la respuesta inmune inflamatoria. Estimular la proliferación y transformación celular necesaria para la reparación de tejidos.
+ Hierbas principales: Aloe Vera, Árnica, Caléndula, Mirra, Llantén, Árbol del Té, Onagra Negra.
Inflamación crónica
En caso de inflamación crónica, cuando el proceso de curación se estanca en la fase inflamatoria, se necesita otro método para:
+ Trata y reduce la actividad inflamatoria localmente y en todo el cuerpo. Apoyar la función inmune efectiva y tratar infecciones subyacentes (si están presentes); Estimulando el proceso de curación en todos los aspectos.
+ Hierbas clave: aloe vera, manzanilla, cúrcuma, regaliz, corteza de sauce, ashwagandha, jengibre.
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