Hoy en día, existen muchos tipos de productos de limpieza disponibles para desincrustar, eliminar moho, desengrasar y desodorizar, pero aquellos a quienes les gusta convertir el poder del alcohol en una ventaja financiera directa se conforman con sus ingredientes naturales, mucho más baratos, diseñados específicamente para este propósito.
Sin embargo, mezclarlos no siempre es beneficioso y puede resultar contraproducente en algunos casos. Lo mismo se aplica al mezclar vinagre y bicarbonato de sodio.
El vinagre es agrio y las cosas agrias son agrias. Los ácidos agregan iones de hidrógeno a la solución, cuanto más fuerte es el ácido. El ácido más fuerte que se conoce es el ácido sulfúrico, que se utiliza, por ejemplo, para procesar diversos minerales extraídos. El ácido clorhídrico producido en el estómago también es fuerte y ayuda a procesar los alimentos. El vinagre y el zumo de limón son ácidos mucho más débiles, pero también son adecuados para disolver los minerales domésticos, más concretamente la cal que se acumula aquí y allá, por lo que se clasifican como ingredientes de cocina inofensivos.
Sin embargo, el bicarbonato de sodio o el bicarbonato de sodio son ligeramente alcalinos, lo opuesto al ácido. Los álcalis eliminan perfectamente la suciedad y las partículas de grasa y son especialmente adecuados para la limpieza de superficies y desagües. El bicarbonato de sodio es un álcali débil, pero aun así es excelente para fregar y desodorizar.
Éxito, dinero y magia.
Quienes tienen una gran experiencia en la vida y diseñadores de volcanes saben que mezclar vinagre con bicarbonato de sodio produce una intensa efervescencia. Esto se debe a que durante la interacción de las dos sustancias se libera dióxido de carbono. Este es un evento sorprendente, sin un efecto limpiador particular: durante la reacción, la química de los ácidos y álcalis se desactiva, lo que significa el fin de sus propiedades limpiadoras únicas.
El resultado final de la mezcla es agua, dióxido de carbono y acetato de sodio. Este último es útil para diversos fines industriales (reproducción de bacterias, prevención de la formación de electricidad estática, aromatización de virutas), pero no tiene ningún efecto limpiador.
Sin embargo, mezclar cosas puede resultar beneficioso para una tarea concreta. En el caso del bicarbonato de sodio, por ejemplo, es una suerte que dicha efervescencia pueda crear excelentes burbujas de dióxido de carbono en el bizcocho. De hecho, las burbujas también pueden ayudar con un desagüe obstruido, aunque esto no se consigue como agente limpiador, sino mediante el efecto mecánico de las burbujas resultantes. Según los expertos, la razón por la que las recetas milagrosas que combinan los dos funcionan tan bien es porque generalmente queda más bicarbonato de sodio al final de la reacción. Cualquiera que haya limpiado con estos métodos hasta ahora debería pensarlo.
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