Los quitones diminutos y festoneados tienen ojos como ningún otro en el reino animal. El caparazón de algunas babosas marinas contiene miles de diminutos «bolitas», cada una con una lente hecha de un mineral llamado aragonita.
Aunque son pequeños y primitivos, supuestamente pueden ver con estos sentidos y, además de la luz, estas extrañas criaturas también pueden distinguir formas. Sin embargo, otras especies de quitones tienen «manchas oculares» más pequeñas que proporcionan una visión pixelada, similar a los ojos compuestos de insectos o langostas. Alerta científica En sus estudios.
Según el artículo, que investigó cómo evolucionaron estos diferentes sistemas de visión, ahora se ha descubierto un cambio evolutivo sorprendente en estas criaturas que habitan en las rocas. Sus antepasados desarrollaron sus ojos en cuatro etapas diferentes, dando lugar a dos tipos de sistemas visuales muy diferentes en la actualidad.
Así, el estudio demostró la cantidad de soluciones que ofrece la evolución a un problema específico.
Empezamos sabiendo que existen dos tipos de ojos, por lo que no esperábamos cuatro orígenes independientes. El hecho de que los quitones evolucionaran sus ojos cuatro veces de dos maneras diferentes me resulta bastante sorprendente.
– dijo la bióloga evolutiva Rebecca Varney, autora principal del estudio, de la Universidad de California en Santa Bárbara.
Para reconstruir la historia evolutiva, los investigadores compararon y analizaron muestras de ADN tomadas de especímenes conservados en el Museo de Historia Natural de Santa Bárbara para reconstruir un árbol evolutivo de cetonas.
Según los estudios, los dos sistemas visuales evolucionaron dos veces, es decir, en rápida sucesión. Pero, curiosamente, los grupos que evolucionaron con un sistema visual similar no fueron sus parientes más cercanos, sino sus ancestros lejanos que se remontan a millones de años.
En realidad, un grupo desarrolló ojos hace 260 a 200 millones de años, cuando aparecieron los dinosaurios, y otro grupo los desarrolló durante el período Jurásico, hace unos 200 a 150 millones de años. Los ojos volvieron a evolucionar hace entre 150 y 100 millones de años, durante el período Cretácico, lo que los convirtió en los llamados ojos lenticulares más antiguos.
Finalmente, las lentes oculares evolucionaron nuevamente en otra rama del árbol evolutivo del quitón, el Paleógeno, hace entre 75 y 25 millones de años.
El estudio también reveló que la placa de la quitina tiene aberturas a través de las cuales pasan los nervios ópticos. También se descubrió que las especies con menos aperturas generalmente desarrollaron menos ojos festoneados y más complejos.
Por otro lado, los quitones con aberturas más grandes evolucionaron hasta convertirse en fosas oculares más simples. Cómo se alimenta esta información visual al cerebro cetogénico es el foco de la investigación en curso.
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